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sábado, 3 de septiembre de 2011

Domingo 23 - A / 4 de setiembre del 2011


SALUDO: La Palabra de Dios siempre es buena noticia en R.P.P.
Proclamamos el Evangelio de Jesucristo según San Mateo en el Capítulo 18, versículos del 15 al 20:
“Si tu hermano peca, vete y repréndelo, entre los dos. Si te hace caso, habrás salvado a tu hermano.
Si no te hace caso, toma todavía contigo uno o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres testigos.
Si nos les hace caso, díselo a la comunidad. Y si ni siquiera hace caso a la comunidad, sea para ti como el gentil y el publicano.
Yo os aseguro: todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo.
Os aseguro también que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos.
Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.”
PALABRA DE DIOS

Breve Comentario del Padre Clemente:
Hola amigos: Qué lindo Evangelio y qué maravillosa es la pedagogía de Dios. A mí personalmente es uno de esos Evangelios que me encanta y fascina porque, seamos sinceros con nosotros mismos, ¿qué hacemos cuando nos enteramos que alguien ha metido la pata, ha pecado o ha hecho algo que puede provocar escándalo?
Lo primero que hacemos es airear los fallos del hermano, ¿verdad que sí? ¡Qué sabroso nos resulta poder sacarle la mugre al otro contando su pecado! ¡Mejor todavía si tenemos la primicia, si somos originales en algo que los otros no sabían!
¿Lo sentimos entonces como hermano o lo convertimos en alguien que nos hace ser novedosos y originales ante los demás? Díganme si no andamos todos a la búsqueda de esas primicias que se llaman “descubrir la vida de los otros”.
En cambio, ¿os habéis fijado en la delicadeza de Dios? ¿Que te has enterado del fallo de tu hermano? Pues, mira, antes de sacarlo al aire, acércate a él. Habla con él a solas sin que se entere nadie y trata de salvarlo, de ayudarlo a que se recupere. No vayas al grupo de amigos con el chisme dejando en mal lugar al hermano. Al hermano hay que dejarlo siempre bien, buscar la manera que su pecado quede en el silencio y que nadie se entere. En todo caso, si a pesar de tu consideración no te hace caso, tampoco esparzas el chisme. Llama a otro o a dos de los hermanos y entre los tres traten de recuperarlo. Aquí lo importante no es la noticia sino la salvación, el honor y la dignidad del hermano, por más que haya metido las dos.
Incluso, si tampoco lográis que cambie, entonces díselo a la comunidad de hermanos para que sienta que todos le queremos a pesar de todo y que lo que pretendemos es ganarlo, sanarlo, recuperarlo. Claro que, si agotados ya todos los recursos no quiere reconocerse, entonces ya no te queda otro camino que dejarlo a su suerte. Porque quien no se deja convencer por el amor de sus hermanos, ese ya se queda solo y demuestra que no cree en el amor.
Es maravillosa la conclusión que saca Jesús. Todos tenemos el don de perdonar. Todos somos responsables de salvar a los demás por malos que sean o parezcan. No hace falta ser confesor para perdonar y para despertar la conversión en el corazón de los demás. ¿Cómo os sentís ante este modo de actuar que nos pide el Evangelio? ¡Aquí terminarían las chismografías y las murmuraciones! ¡Aquí comenzaría el amor al hermano que ha caído!

1.- ¡Qué delicadeza la de Jesús para con el que ha pecado!RESPUESTA: Yo diría, ¡qué delicadeza la de Jesús y la de Dios para con el pecador, “para el hermano que te ha ofendido! ¿Te das cuenta de cómo Jesús quiere tapar y que nadie se entere del pecado del hermano? Para esto se requiere un enorme corazón.
2.- Esto es, de alguna manera, lo que también la Iglesia les exige a Ustedes los confesores.RESPUESTA: El secreto de la confesión es lo más sagrado y también lo más castigado por la Iglesia. Si yo revelase tu pecado confesado la Iglesia me suspendería de mis ministerios sacerdotales.
3.- ¿Tan sagrado es el pecado?RESPUESTA: Sagrada es la persona y no el pecado. Aquí no se trata de esconder el pecado como tal, sino de salvar a la persona respetándola y valorándola por encima de su pecado. Para Dios lo más importante es la persona, mucho más que el pecado mismo con todo lo serio que es.
4.- Aquí pienso está nuestro problema. Es que damos más importancia al pecado que a la persona, por eso nos encanta airearlo, aunque la persona quede destruida.RESPUESTA: Se dice que hemos perdido el sentido del pecado; sin embargo, y pese a todas las declaraciones de los derechos humanos, mucho más hemos perdido, al menos en la práctica, el sentido de la persona, el valor de la persona.
5.- Claro, por eso nos encanta airear los pecados de los demás.RESPUESTA: Eso no se logra con leyes ni castigos. Sólo es posible recuperando los verdaderos valores humanos, de los cuales el primero, es sin duda la persona. Para Dios la persona está por encima de todo. La persona tiene, aunque la afirmación parezca exagerada, el mismo valor de Dios.
6.- Tampoco, usted se pase ahora.RESPUESTA: Yo no me paso. Quien se pasa es Dios. Dime por qué Dios se encarnó y Jesús se hizo uno de nosotros. ¿Por qué Dios permite que los hombres condenen a Jesús y tenga que morir crucificado? Yo valgo la Encarnación de Dios. Yo valgo la muerte de Jesús. Por eso aún no entiendo una cosa que hoy está de moda...
7.- ¿Qué es lo que no logra entender y que dice estar hoy de moda?RESPUESTA: Que haya tanta aversión a la religión. Que haya tanto empeño en sacar a Dios de la circulación. En tratar de prescindir de Dios en la política, en la economía y en el poder.
8.- ¿Por qué no logra entenderlo?RESPUESTA: Porque estamos suprimiendo la base y los fundamentos de la persona y, por tanto, de las relaciones interpersonales. El hombre visto sin Dios queda reducido a un consumidor, a un productor, a un comprador, a un objeto de uso.
9.- Volviendo al tema, aunque también esto sea parte de él, Jesús establece como tres pasos o momentos frente al que nos ha ofendido.RESPUESTA: Más bien yo diría que Jesús quiere que agotemos todas las posibilidades cuando se trata de corregir al que nos ha ofendido. ¡Qué bueno sería lo tuviésemos en cuenta!
10.- ¿Cuáles son esos tres pasos?RESPUESTA: El primero no levantar polvo en el camino. Arropar con nuestro silencio al hermano que nos ha ofendido. No respirar por nuestra herida sino ver cómo ayudarle a que él mismo se recupere y se renueve.
11.- ¿Esto cómo se hace?RESPUESTA: Llamarlo. ¡Qué bonito! No dejarlo solo y abandonado y marginado. Que no sienta tu resentimiento, sino tu amor, a pesar de haberte ofendido. Acercarte a él. Charlar con él. Hacerle sentir tu amor y no tu enfado. Que él sienta que a pesar de todo tú le sigues amando y queriendo. Por eso comienzas por corregirle.
12.- Pero cuando corregimos a alguien de alguna manera le estamos haciendo sentir nuestro fastidio.RESPUESTA: Creo que no hemos valorado suficientemente la corrección. La corrección es una manera de interesarnos por el otro. Yo no temo a los que me corrigen, más bien temo a los que me adulan y no me dicen mi verdad. Esos no me quieren ni me aman porque corregir es demostrarle al otro que me interesa y que lo amo.
13.- ¿Usted tiene la valentía de acercarse al que le ha ofendido y ayudarle a cambiar?RESPUESTA: Confieso que no siempre lo he hecho y no por miedo al hermano, sino por cobardía mía o por amor propio. Pero sí puedo decirte que es algo que me encanta cuando lo hago, incluso si no me escucha.
14.- Pero la gente no está acostumbrada a que le corrijan, hasta diría que lo toma a mal.RESPUESTA: Te repito. No hemos aún aprendido ni a corregir ni a dejarnos corregir. Ambas cosas son necesarias.
15.- ¿Para que llamar a un segundo si no le hacen caso?RESPUESTA: Fíjate que maravilloso es Dios, qué cortés y maravilloso. No dice que si no te hace caso mándalo a freír buñuelos, sino que seamos dos los que nos acercamos a él. Es posible que el amor de Dios pueda ablandar su corazón. Pero eso sí, que todo quede entre los tres, nada de llevar el chisme al té de tías o a la peluquería.
16.- Entonces aquí lo importante es hacerle sentir que lo amamos.RESPUESTA: Dios no soluciona los problemas ni cambia a las personas con amenazas o con chismes en los periódicos. Dios sólo cree en el amor. Sentir que dos están interesados en ti te demuestra que no nos eres indiferente incluso si nos has faltado y jorobado.
17.- Pero hay un tercer estadio, si ni siquiera os escucha a los dos, díselo a la comunidad.RESPUESTA: Fíjate bien en la frase. No dice que se lo digamos a todo el mundo, sino a la comunidad que es el ambiente, como una especie de hogar y de familia y que se sienta arropado por todos. Que todos lo amamos y que todos queremos salvarlo y recuperarlo y recrearlo, porque esta es la fuerza del perdón.
18.- Sí, pero la conclusión es brava. “Si no hace caso a la comunidad tengo como si fuese un gentil.” ¿Por qué dice esto?RESPUESTA: Es como decirle que quien no es capaz de creer y dejarse iluminar y cambiar por el amor de todos los hermanos, ese es prácticamente un imposible.
19.- ¿Por qué un imposible?RESPUESTA: Por una razón muy sencilla. Quien no cree en el amor no cree en nada ni en nadie. Quien no se deja cambiar por el amor quién podrá cambiarle. Las armas no, el miedo no. Para Dios los problemas no se solucionan por la violencia, por el grito, sino por el amor. Quien no cree en el amor no tiene remedio, vive encerrado y a ese no le entran ni balas.
20.- Me está viniendo a la mente una inquietud que no sé si a usted le va a gustar demasiado. ¿La Iglesia utiliza este camino del Evangelio cuando quiere corregir a alguien? Porque yo he visto a algunos sencillamente se les manda una carta y se las manda callar.RESPUESTA: Pero esa no es la Iglesia. Ese puede ser una persona concreta que también necesitaría que la arropasen más en el amor y la cambiasen. La Iglesia, representante de Cristo, debe ser también el sacramento de la caridad y del amor. A la Iglesia no se la conoce por la autoridad ni por el poder sino por el servicio y por el amor.
21.- ¿A Usted cuando ha fallado en algo, la Iglesia le ha llamado así personalmente?RESPUESTA: Pues aunque te parezca mentira. En la vida religiosa normalmente utilizamos mucho la corrección fraterna, pero ya a nivel de Iglesia, en alguna ocasión en la que el Cardenal Landázuri escuchó hablar algo sobre mí, tuvo la delicadeza de llamarme personalmente y contármelo. No sabes cuánto le agradecí ese gesto. Es en esos gestos pequeños es donde se conoce la verdadera estatura de las personas. Por eso siempre le tuve en gran consideración.
22.- Claro, la Iglesia tiene el Sacramento de la penitencia o confesión, que es donde revela este amor de Jesús...RESPUESTA: Pero también ahí hay que saber expresar su amor porque también ahí tenemos el peligro de hacernos más jueces que padres. Yo lo he dicho muchas veces, prefiero que Dios me eche en cara que fui demasiado blando amando, que no que me diga que fui demasiado duro con la gente.
23.- En el trasfondo del mensaje noto que si no es fácil perdonar, tampoco resulta fácil dejarse perdonar.RESPUESTA: Lo dice claramente el texto. En los tres momentos de la corrección puede haber resistencia e incluso puede cerrarse al amor de Dios y de los hermanos. Por eso a mí me gusta decir siempre a la gente: “Déjate perdonar”, “siéntete perdonado” porque es señal de que uno se ha ablandado y ya vive interiormente la experiencia del amor.
DESPEDIDA: Bueno, amigos, ¿hay alguien en vuestras vidas que os ha ofendido? No dejéis pasar el día. Acercaos a él con mucho amor y reconcíliate con él para que él se reconcilie contigo y volveréis a ser hermanos.

Corregir con amor


Domingo 23 del Tiempo Ordinario – Ciclo A
El Evangelio de hoy es todo un anuncio de esperanza y todo un anuncio del poder del perdón en el corazón del hombre.  Y a la vez, es la mejor pedagogía de la comunidad cristiana frente al hermano que ha fallado, que ha pecado, que ha ofendido a la comunidad.
Con el perdón salva Dios al hombre de su pecado. Y con el perdón, la comunidad es capaz de recrear y restaurar lo que el pecado había destruido en el hombre.
La Iglesia, confiesa en el Credo, que es “una y santa”. Pero inmediatamente decimos: “creo en el perdón de los pecados”. ¿Y qué hacer con aquellos que han pecado en la Iglesia? La Sinagoga judía los excluía de la comunidad. En cambio Jesús le dice otra cosa a la Iglesia. “Si tu hermano peca corrígelo a solas entre los dos”. No lo eches fuera, no lo excluyas. Sigue amándole. Sigue preocupándote de él. Sigue sintiéndolo como hermano.
Corregir no es reñir. Corregir no es condenar. Corregir no es echarlo fuera como un apestado. Corregir es amarlo más. Es preocuparse más por él.  Corregir al hermano es hacerle sentir el calor de tu corazón. Corregir al hermano es hacerle sentir que sigue siendo el mismo para ti. Corregir al hermano es hacerle sentir que te preocupas de él.
No corrige el que murmura y critica. No corrige el que condena y excluye.No corrige el que siente que le voltea la cara. No corrige el que le niega la palabra.
No corrige el que excomulga de la comunidad.
La corrección que Jesús pide a su Iglesia está toda ella cargada de ternura, de bondad, de comprensión y de amor. Es incluso una corrección que trata de que el pecado del hermano, a poder ser, no sea conocido de los demás.
Esta pedagogía cristiana de la corrección fraterna tiene tres momentos fundamentales.
Primer momento: “Si tu hermano peca, corrígelo a solas entre los dos”. No pases la noticia a los periódicos para que se entere todo el mundo. Ni siquiera se lo digas a los demás hermanos. Trata de solucionar el problema “a solas entre los dos”. Para Jesús, más importante que el pecado mismo es la persona, es la dignidad del hermano.
Segundo momento: “Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos”. Si no te escucha y no te hace caso y no cree en tu amor, llama a otro u otros dos. Que la cosa quede lo más en secreto posible. No es aireando su pecado como se va a curar su corazón. No es en la chismografía que vamos a sanar el corazón del hermano. Al contrario, abriremos una herida mayor.
Tercer momento: “Si no os hace caso, díselo a la comunidad”. Que sienta que la comunidad está con él. Que sienta el calor de toda una comunidad. Que se sienta acogido por toda la comunidad, que ha de ser la máxima expresión de amor. Es el amor de todos los hermanos que lo arropa y calienta.
Cuarto momento: “Si tampoco hace caso a la comunidad, entonces considéralo un gentil”. Quien no es capaz de creer en el amor de toda una comunidad, ya está fuera de la comunidad. No se salió de la comunidad por su pecado. Sale de la comunidad porque ya no es capaz de creer en el amor.
La Iglesia, antes de condenar a nadie, necesita de un largo diálogo personal y secreto. Pero un diálogo que no puede comenzar por la acusación, sino por una manera de hacerle sentir el amor de Cristo y ayudarle a reconocer su pecado.Dialogar no es condenar sino hacerle sentirse amado.Dialogar no es hacerle sentir el peso del poder de la autoridad.
No es hacerle sentir el peso de la condena.
¿No habrá demasiado poco diálogo en la Iglesia? Sobre todo, porque dialogar no es enviar un documento de acusación, sino una expresión de comprensión, de bondad y de amor. Muchos de los que hoy están fuera, ¿no será porque no se han sentido amados? Tampoco se ama enviando mensajes a través de terceros.
¿Tendremos derecho a excluir a alguien mientras no agotemos todo nuestro amor para con él?  Quien condena, sin agotar antes todo el amor de Cristo, queda condenado con él. Porque quien condena sin amor comete el pecado del desamor que es el peor pecado.
¿Hay verdadero diálogo de amor en la pareja? ¿No estaremos muchas veces esperando a tener pruebas contundentes para criticarlo, machacarlo y echarlo fuera?
¿Y qué pensar de quienes “sienten placer” de sacar al público los trapos de los demás, para que todos se enteren? Nos interesan más sus pecados, como noticia morbosa, que la persona del pecador. Y quien actúa aireando los pecados del otro sin caridad, ¿no será más pecador que él?
Oración
Señor: Me encanta tu amor y tu comprensión con nuestras debilidades.
Tú no eres de los que comienzas por condenar.
Tú primero llamas con tu amor al corazón del pecador.
Tú no comienzas por el infierno, sino por la felicidad del cielo.
Para Ti, el corazón del que ha fallado,
es mucho más importante que todos fallos y equivocaciones.
Señor: danos a todos un corazón más comprensivo y con mayor capacidad de perdón.
Que en tu Iglesia, Señor, se sienta más el amor que el poder de la autoridad.
Que en tu Iglesia, sintamos más tu corazón, que la excomunión y exclusión.
Que tu Iglesia no excluya ni condene a nadie
hasta que agote todas las posibilidades de su amor.
Clemente Sobrado C. P.
www.iglesiaquecamina.com

lunes, 1 de agosto de 2011

Homilia Dominical - XIX del Tiempo Ordinario Ciclo " A "

A - Domingo 19o. del Tiempo Ordinario
Primera: 1Re 19,9a.11-13a; Salmo 84; Segunda: Rm 9, 1-5; Evangelio: Mt 14, 22-33
Autor: P. Octavio Ortíz | Fuente: Catholic.net

Sagrada Escritura

Primera: 1Re 19,9a.11-13a
Salmo 84
Segunda: Rm 9, 1-5
Evangelio: Mt 14, 22-33

Nexo entre las lecturas

En la Sagrada Escritura la teofanía o manifestación de Dios posee un lugar preeminente. Dios se manifiesta con su poder y grandeza y el hombre queda cautivado por esta visión. Este domingo nos encontramos con dos teofanías especiales. En el libro de los Reyes se nos narra el paso de Yahveh ante Elías, que se refugiaba en una cueva en el monte Horeb. A diferencia de otras manifestaciones divinas, aquí el Señor se hace presente, no como viento impetuoso, terremoto o tormenta, sino por medio de la suave brisa( 1L). En el evangelio la teofanía es propiamente Cristofanía, es decir manifestación de Cristo y de su poder sobre las potencias naturales. Los discípulos que se encontraban en medio de la tormenta en el lago de Tiberíades, ven caminar por las aguas a Jesús. En cuanto Jesús sube a la barca, el viento amaina y los apóstoles se postran ante él. Esta aparición de Jesús en medio de las aguas, se vincula con el acto de fe y con la subsiguiente duda de Pedro. “Si eres tú -le dice a Jesús que se acerca caminando por las aguas- mándame ir a Ti”. En el corazón de Pedro hay una mezcla de fe incipiente y de duda temerosa. “Sí, creo en él, pero no tengo todas las certezas en la mano”-parece decir Pedro-. En todo caso, la Teofanía, bien sea aquella del libro de los Reyes, bien sea la del lago de Tiberíades, viene a reforzar la fe de quienes contemplan tales escenas. Elías sale de esa experiencia resulto a cumplir su misión profética. Los apóstoles robustecen su fe en Cristo y le siguen con pie seguro por los caminos de la misión. A Dios que se revela, se le debe dar la aquiescencia y el obsequio de la inteligencia y de la voluntad. Cfr. Constitución Dogmática Dei Filius del Concilio Vaticano I Cap. 3


Mensaje doctrinal

1. Encuadramiento litúrgico. Los domingos XV, XVI y XVII del tiempo ordinario de este ciclo A forman una cierta unidad. En ella se presenta el discurso en parábolas de Jesús. Dichas parábolas versan principalmente sobre el reino de los cielos. El siguiente esquema nos ayuda a comprender mejor:


Domingo XV --- Evangelio: Parábola del sembrador --- Primera lectura: Eficacia de la palabra de Dios (Is 55,10-11)
Domingo XVI --- Evangelio: Parábola de la cizaña --- Primera lectura: Potencia y paciencia de Dios (Sab 13,13)
Domingo XVII --- Evangelio: Parábola del campo y la perla --- Primera lectura: Oración de Salomón(1 Re 3,5.7-12)

El tema de fondo es el Reino de los cielos y la segunda lectura versa sobre la carta a los Romanos.


Los domingos XVIII, XIX y XX forman una nueva unidad que sirve de paralelismo a la unidad mencionada en los tres domingos precedentes. El tema de fondo es la “comunidad de los discípulos, la Iglesia” y su fe en Jesús.

Domingo XVIII --- Evangelio: La multiplicación de los panes --- Tema: Fe en Jesús que viene en ayuda de sus discípulos
Fe en Jesús que da de comer a la multitud
Domingo XIX --- Evangelio: Jesús camina por las aguas --- Tema: Fe en Jesús que viene en ayuda de sus discípulos
Domingo XX --- Evangelio: La cananea --- Tema: Fe en Jesús que viene en ayuda de sus discípulos
Fe en Jesús que escucha la oración de una madre

Este sencillo esquema nos ayuda a colocar de un modo más apropiado nuestras reflexiones en torno a la liturgia dominical.


2. La peregrinación de la vida y la experiencia de Dios. Elías inicia un largo camino que lo conducirá al monte Horeb, es decir, al Monte Sinaí, lugar de la Teofanía de Dios y lugar de la Alianza entre Dios y los hombres. En un inicio, Elías emprende este viaje como una fuga (1 Re 19,3), pues teme por su vida ante las asechanzas de la Reina Jezabel, quien no le perdona que haya derrotado a los sacerdotes de Baal ( 1 Re 18, 20-40). Más adelante, este viaje encuentra las dificultades del camino: el sol inclemente, la sed, el desierto y se hace dramático. Elías se desea la muerte: “Basta, Señor, toma mi vida, que yo no soy mejor que mis padres”. Sin embargo, el Señor le manda un ángel que lo reanima, le ofrece alimento y le dice: “Levántate y come porque el camino es superior a tus fuerzas” (1 Re 19, 1-8).

Elías reemprende la marcha y camina cuarenta días con cuarenta noches hasta llegar al monte Horeb, en donde tendrá lugar el encuentro misterioso con Yahveh. El número de cuarenta es simbólico: cuarenta son los años que pasa el pueblo en el desierto antes de ingresar a la tierra prometida, cuarenta son los días que permanece Moisés en el Sinaí. En todo caso expresa un tiempo suficientemente largo cuya duración exacta no se conoce, pero que sirve de preparación y de purificación para la experiencia que se vivirá a continuación. Sin embargo, la teofanía que presenciará Elías es muy distinta a la que tuvo lugar en el tiempo de Moisés. Esta vez no hay truenos, relámpagos, fuego y nube. Esta vez Dios se manifiesta en el viento ligero, en el silencio, en la soledad de la montaña.

Esta peregrinación de Elías puede darnos indicaciones muy válidas sobre el peregrinar humano. Como a Elías, también al hombre le sucede que pasa por muy diversos y difíciles momentos en su caminar. Momentos de desolación interior, momentos de incertidumbre, momentos de intenso sufrimiento físico y moral. El hombre se descorazona ante un mundo que parece superior a sus fuerzas de comprensión. El misterio del mal y de la muerte parecen atenazar su corazón y reducirlo a la desconfianza, a la desesperanza, a la cancelación de cualquier esperanza que no sea de carácter intra mundano. En estas circunstancias, el hombre, o se abandona al placer o se abandona a la desesperación. Desearía no haber nacido, quisiera no encontrarse en esa situación dramática; desearía llegar cuanto antes al final de sus días. Sin embargo, la providencia y el amor de Dios salen a su encuentro de uno y mil modos para confortarlo y decirle: “Ánimo, levántate y come porque el camino es superior a tus fuerzas”. Ponte en camino, porque este peregrinar por el desierto, esta “noche obscura del alma” te prepara, te purifica para un encuentro más profundo y personal con Dios. Así como Elías en sus momentos de desolación no podía prever los resultados de su encuentro con Dios, así el hombre no llega ni siquiera a imaginar lo que el Señor le reserva en la revelación de su Alianza y de su amor. Ni el ojo vio, ni el oído oyó lo que el Señor tiene reservado para los que lo aman (1 Cor 2,9). Experimenta que su confianza en el Señor viene a menos al pasar por todos esos momentos obscuros. Sin embargo, la experiencia profunda de Dios supera todo cálculo y todo sufrimiento, el hombre purificado por el dolor, se encuentra con el rostro de Dios misericordioso, con esasuave brisa que le explica tantas horas de sed y le devuelve la ilusión de vivir, de sufrir y de donar su vida como una misión particular. Job lo dice también de un modo elocuente: Yo antes (de sufrir) te conocía sólo de oídas, pero ahora mis ojos te han visto (Job 42, 5) Ha sido el sufrimiento quien ha proporcionado a Job una nueva experiencia de Dios. Y son los místicos quienes nos pueden dar confirmación de ello. Dice San Juan de la Cruz:

Yo no supe dónde entraba,
pero, cuando allí me vi,
sin saber dónde me estaba,
grandes cosas entendí;
que me quedé no sabiendo,
toda ciencia trascendiendo
....

Estaba tan embebido,
tan absorto y ajenado
que se quedó mi sentido
de todo sentir privado
de un entender no entendiendo
toda ciencia trascendiendo.


3. Jesús viene en ayuda de sus discípulos para robustecer su fe. En el evangelio de hoy Cristo se muestra como Señor de la naturaleza. Nos encontramos ante una especial cristofanía. Después de la multiplicación de los panes, Jesús reacciona de un modo desconcertante. Cuando todos las gentes lo buscaban para hacerlo rey y para celebrar su triunfo, Cristo se retira en soledad a la montaña. Se retira a orar, pues es consciente de su misión y de las renuncias que debe hacer para cumplirla. Los discípulos, sin duda, no comprendían aquel proceder. El texto griego dice que Jesús “obligó” a sus discípulos a subir a la barca, y así lo traduce la Biblia de Jerusalén. En realidad, no se les veía muy animados a marcharse sin el maestro. Jesús despide a la gente y se retira en oración.

Ciertamente, al enviarlos por delante cruzando el lago, Jesús pone a sus discípulos a la prueba. Las olas se agitan, el viento es contrario, la barca amenaza ruina. El único consuelo que pueden tener aquellos hombres es que su maestro reza por ellos, intercede por ellos ante Dios. Jesús es el viviente que intercede por nosotros (Hb 7,25). Es similar nuestra situación: muchas veces el Señor permite que pasemos por horas de “viento contrario”, el corazón se oprime y la confianza de llegar a buen puerto desfallece. ¿Nos habrá enviado el Señor al lago para perecer en él? Esta es la pregunta que atenaza el alma. Nos debe consolar la oración de Jesús que intercede por nosotros ante el Padre.

El último momento de la escena es la aparición de Jesús caminando por las aguas. Una teofanía del todo singular que, de algún modo, sintetiza la teofanía de Moisés en el Sinaí (rayos, truenos, tormenta) y la teofanía de Elías en la misma montaña (serenidad, viento apacible, silencio). Los discípulos se turban y creen ver un fantasma y gritan de miedo. Jesús los serena: ¡Ánimo!, que soy yo, no temáis. En griego se conserva el orden: sujeto-verbo. Así dice: “¡Ánimo! Yo soy, no temáis”. Esta palabra esconde una revelación de la divinidad de Jesús, pues nos envía a pasajes claves del Antiguo Testamento. “Yo soy” es una auto-definición de Dios como se ve en Ex 3, 14 cuando Moisés es enviado al faraón: “yo soy” me ha enviado a vosotros”. Cfr. Is 45, 18; 46, 9. La escena de Pedro es bellísima y nos muestra que si el príncipe de los apóstoles empieza a hundirse es porque le falta fe; no estaba aún unido fuertemente a Cristo por la fe. “El que cree no vacilará” dice Isaías 7,9. Sin embargo, es la misma fe que invita a Pedro a confiarse a la mano del Salvador. “Sé, Señor, que Tú puedes salvarme”.


Sugerencias pastorales

La situación de los apóstoles en la barca en medio de la tormenta, se puede comparar con la situación del cristiano en medio del mundo. Da la impresión de que Cristo lo ha obligado asubir a una barca y lo ha metido en una situación poco menos que imposible. El cristiano no tiene propiamente seguridades humanas. Ciertamente cuenta con ciertas apoyaturas, pero en realidad su vida sólo se explica en el misterio de Cristo, y su misión tiene mucho de una travesía en alta mar y con las olas encrespadas.

La tentación es la de olvidarse de Cristo y decir: ¿Por qué he de cruzar en una barca tan frágil por mares tan tempestuosos, si podría yo arreglar mi vida de modo más cómodo? ¿No será mejor renunciar a los grandes compromisos de mi fe y vivir como uno de tantos en busca del pan multiplicado? Sin embargo, Cristo viene en nuestra ayuda y nos repite: ¡Ánimo!, yo soy, no temáis. Y esto es la vida cristiana: confiarse en las manos de un Dios que se ha hecho hombre. De un Dios que nos ha revelado su misterio íntimo, el misterio trinitario y se ha puesto a caminar como uno de nosotros, más pobre que nosotros. Sólo quien descubra que es Dios quien camina por las aguas y me tiende su mano protectora, podrá seguir bogando en medio de temporales y vientos contrarios.

Concluyamos con un texto de P. Talec:

Tú no eres un Dios que salva con facilidad.
Sino que, como el guía de montaña,
nos das seguridad...
Porque Tú eres el Amor

Señor, cuando los vientos son contrarios
y sobre el mar cae ya la noche...
Que tu voz llegue hasta nosotros:
“Soy yo, no tengáis miedo”
Señor, a cada uno de nosotros
dinos: “Ven a mí”
Alza un poco tu voz
cuando nos mandes ir a ti

(P.Talec, Un gran désir. Prières dans le secret, prières en commun. Centurion-Cerf, Paris 1971, p.112. Tr. It. Gantoy R. e Swaeles R. Commento delle letture dominicali San Paolo Milano 1993.)

domingo, 31 de julio de 2011

Bendición de Primera Piedra de Iglesia de San Luis de Cañete

Monseñor colocando la primera piedra
San Luis de Cañete, 24.07.2011.- Luego de la Bendición de la Biblioteca Parroquial de Cerro Azul, Monseñor Ricardo García, Obispo Prelado de Yauyos, se dirigió al Distrito de San Luis con el fin de celebrar la Santa Misa, bendecir y colocar la primera piedra de la construcción de la Iglesia de San Luis,  con las personas que están comprometidas en dicha acción.
También aquí estuvieron presentes: el Alcalde de San Isidro(Lima) junto con su esposa, La Alcaldesa Provincial de Cañete, La Representante de la embajada de Estados Unidos, La Alcaldesa y Regidores de San Luis, el Alcalde de Cerro Azul, entre otras autoridades.

Durante la Santa Misa
 Durante la Santa Misa (ver más fotos)
Monseñor Ricardo comenzó la Santa Misa, cerca de las 12 m, junto con el P. Felipe Manco, Párroco de este lugar, en la Capilla provisional, hecha después del terremoto del 2007. En la homilía Monseñor meditó sobre las lecturas correspondientes al XVII domingo del Tiempo Ordinario, al final  de la homilía se dirigió a las autoridades y fieles presentes para que se comprometan a ayudar en la construcción de esta Iglesia.
Después de la Santa Misa, Monseñor Ricardo García se dirigió al lugar donde se construirá la Iglesia para firmar el acta de construcción y bendecir y colocar la primera piedra. Seguido de una breve reflexión, monseñor Ricardo pasó a firmar el acta correspondiente junto con el Padre Felipe Manco, las autoridades presentes y ciudadanos de lugar. El acta se colocó junto a la primera piedra para que quede patentada la construcción de la Iglesia. En el lugar se exhibe las fotografías  de la nueva construcción.

Monseñor Bendiciendo
Monseñor bendiciendo la primera piedra (ver más fotos)

Varias personas se comprometieron con materiales de construcción como: cemento, ladrillos, etc. para comenzar la construcción.
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Oración por las Vocaciones

Oración por las Vocaciones
Pidamos a Dios en nuestras oraciones por el aumento y la santidad de las vocaciones sacerdotales

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