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NTRA. HISTORIA


La Historia se construye con grandes y pequeños acontecimientos, y se forja con hombres que pueden pasar por el mundo sin que éste se entere de su presencia, y sin anotar en las páginas de la historia, grandes relatos sobre ellos. La Prelatura de Yauyos, en sus 46 años de existencia, tiene nombres y momentos que marcan un hito en su historia. Cierto es, que esas personas y esos momentos no son toda la historia de la Prelatura. Sin embargo han dejado una huella para que pisemos bien quienes seguimos detrás y encontremos cuál es el camino que se debe seguir. La Prelatura de Yauyos inicia su historia el dos de octubre de 1957. Fueron cinco los primeros sacerdotes que acompañaron al Prelado Mons. Ignacio María de Orbegozo. Cinco nombres han quedado impresos en la historia de esta Prelatura. Ellos son: Mons. Enrique Pélach, Mons. Frutos Berzal Robledo, P. Jesús María Sada, P. José de Pedro y el P. Alfonso Fernández. Se cuenta entre los sacerdotes que San Josemaría Escrivá, Fundador del Opus Dei, el año 1957, le dijo a Mons. Ignacio María de Orbegozo, el primer Prelado de Yauyos, que en 20 años vería los frutos. Cuando llegó el año 1977 recibían el diaconado los primeros seminaristas de la Prelatura de Yauyos y el año 1978 recibían el orden Sacerdotal los cuatro primeros. San Josemaría Escrivá de Balaguer, a quien Pío XII había encargado esta Prelatura, no se equivocó. Los frutos se empezaban a recoger: la Prelatura tenía sus primeros cuatro sacerdotes, formados en su propio Seminario: Mons. José María Ortega Trinidad, Mons. Ángel Ortega Trinidad, P. Víctor Luis Huapaya Quispe y P. Luis Miguel Ubillús Pasco (+).

Padre Juan Calvo en las Sierras de Yauyos
Padre Juan Calvo en las Sierras de Yauyos
Padre Juan Calvo en las Sierras de Yauyos
La Historia de la Prelatura dentro de la Historia
Para tener un panorama de los tiempos y de los acontecimientos, hay que ubicarlos en su contexto vital. Por eso, antes de introducirnos a desarrollar nuestro programa expuesto en el epígrafe anterior, vamos a dedicar un breve espacio a situar la historia de la Prelatura de Yauyos junto con los acontecimientos más relevantes que se iban sucediendo en el mundo, en la Iglesia y también en la historia del Perú. La historia de la Prelatura de Yauyos empieza el dos de octubre de 1957. El Papa Pío XII encarga al Opus Dei la dirección de esta jurisdicción eclesiástica, cuyo Fundador y Presidente General era a la sazón San Josemaría Escrivá de Balaguer. Quizá haya sido esta una de las últimas decisiones de Pío XII, que por entonces estaba ya muy enfermo. Muere un año después, el 7 de octubre de 1958. Esta decisión es una clara muestra de confianza de Pío XII en el Opus Dei. En su momento explicaremos en qué se fundamenta esta confianza. Además, la década de los 50, que coincide con los últimos años de Pío XII, coincide también con el período histórico de la descolonización. Estos sucesos llevan a Pío XII a poner especial preocupación por las misiones en esos países y también en América Latina. Por lo tanto, encargar la Prelatura de Yauyos al cuidado del Opus Dei se explica perfectamente en este contexto. Juan XXIII, al poco tiempo de asumir el Pontificado (fue elegido el 29 de octubre de 1958), anunciaba al mundo, con gran conmoción especialmente entre el clero, la celebración de un Concilio Universal. Desde ese momento se inicia la preparación del Concilio que sería llamado Concilio Vaticano II y que se desarrolló desde 1962 hasta 1965. A este Concilio van a asistir Mons. Ignacio María de Orbegozo, entonces Prelado de la Prelatura Nullius de Yauyos, y también Mons. Luis Sánchez-Moreno Lira, Obispo Auxiliar de Chiclayo, pero que a partir de 1968 se hace cargo de la Prelatura de Yauyos mientras que Mons. Orbegozo asumía la dirección de la diócesis de Chiclayo. En su momento daremos cuenta de la participación de los dos en el Concilio. El 3 de junio de 1963 murió Juan XXIII siendo elegido Romano Pontífice Pablo VI. Ese año fue asesinado John Kennedy. El mundo estaba revuelto. La guerra fría entre EEUU y Rusia preocupaba hondamente al Papa. Pocos días después de empezar el Concilio se produjo la “crisis de los misiles” que puso al mundo al borde de un desastre nuclear. Juan XXIII había recibido, optando por la paz, a la hija de Nikita Kruschev y su esposo, algo impensable en tiempos de Pío XII. Pablo VI tuvo que enfrentarse con la conmoción que siguió en la Iglesia al término del Concilio Vaticano II. Un referente significativo del ambiente que se vivía por estos años es el primer Sínodo de Obispos realizado en 1967 y los temas que trataron: la crisis de la fe, la reforma del Código de Derecho Canónico, los Seminarios, las normas litúrgicas, etc. El año 1968 es crucial para la Prelatura porque Mons. Ignacio es trasladado a Chiclayo, mientras que Mons. Luis Sánchez-Moreno Lira pasa de Chiclayo a Yauyos, y el entonces Vicario General de Yauyos, P. Enrique Pélach es nombrado obispo de Abancay. Mientras esto sucedía en la Prelatura de Yauyos, Pablo VI publicaba la encíclica “Humanae Vitae” y el Credo del Pueblo de Dios, para confirmar a través de estos documentos, verdades de nuestra fe y la exposición de la doctrina acerca de la naturaleza del matrimonio y el recto uso de los derechos y deberes de los esposos. Además, en el mundo ocurrían acontecimientos como el asesinato de Robert Kennedy y Martín Luther King, y la famosa revolución del 68 que en diferentes lugares de la tierra, sin previo acuerdo, hubo manifestaciones masivas y levantamientos como los “jóvenes de mayo” en Francia, la Primavera de Praga que fue aplastada violentamente, o la de los jóvenes en México, etc. Mientras todo esto sucedía en el mundo, en la Prelatura de Yauyos, así como en las diócesis de Chiclayo y de Abancay, el Señor iba disponiendo las cosas discretamente, pero como quien tiene comprimido un resorte, dispuesto a saltar alto, muy alto, apenas se deje de presionar sobre él. A esta conmoción espiritual, acompaña también una conmoción civil en el Perú. En octubre de 1968 el Presidente Fernando Belaúnde Terry es derrocado por el General Juan Velasco Alvarado. Se iniciaba unos años de zozobra en todos los niveles de nuestra patria. También en los ambientes religiosos. Surgen y se hacen fuertes, teologías como la de la Liberación que comprometen seriamente la fe cristiana. La Iglesia, en muchas partes del mundo sigue conmocionada, apareciendo en muchos ambientes una gran “contestación”. Surgen actitudes de franca rebeldía contra la Santa Sede, contra el Papa, contra las verdades de nuestra fe. La Prelatura de Yauyos, por Providencia divina, y por la fidelidad de quienes estaban a cargo de ella, puede superar este escollo. Mientras en muchas partes los Seminarios se vaciaban, en nuestra Prelatura se creaba el Seminario Mayor (1971), y se reafirmaba, por parte de los sacerdotes, con el obispo a la cabeza, su fidelidad al Magisterio de la Iglesia y al Papa. En 1974, San Josemaría Escrivá de Balaguer visita la Prelatura de Yauyos. Esta visita hay que situarla dentro de lo que él llamó una gran Catequesis por algunos países de América del Sur. En 1975 la Prelatura de Yauyos sintió especialmente la muerte del Fundador del Opus Dei. En 1978 tiene lugar la ordenación de los cuatro primeros sacerdotes formados en el Seminario de Yauyos mientras el mundo vivía consternado por las muertes de Pablo VI y Juan Pablo I y la elección de Juan Pablo II, con quien, para muchos, se inicia una nueva Era para la Humanidad. Pienso que no están equivocados en esta calificación. En 1985 el Perú recibió a Juan Pablo II. Recibieron el Orden Sacerdotal de manos del Papa dos diáconos de la Prelatura de Yauyos. En aquella ocasión la imagen de “La Madre del Amor Hermoso” fue llevada a la Nunciatura y estaba presidiendo esos ambientes mientras el Santo Padre estuvo con nosotros. El Papa volvió a bendecirla en presencia de muchos obispos.
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