Su autor es un cura llamado Esther Auguste Bouquerel, y apareció en 1912. Todos conocen la llamada «Oración simple», esa que dice: «Señor, haz de mí un instrumento de tu paz. Que donde haya odio, lleve yo amor... » y que todos atribuyen al autor del Cántico de las Creaturas, aunque historiadores y expertos siempre han sabido que una oración tan sugerente no era franciscana.
De hecho tiene, como mucho, un siglo de antigüedad, y ni siquiera fue compuesta por un franciscano. Que haya sido atribuida al Poverello se debe al hecho accidental de que en 1918 se imprimió en la ciudad francesa de Reims detrás de una estampa del santo de Asís.
Una oración de un cura
La investigación de Christian Renoux, llevada a cabo con todo el rigor, llega a los siguientes resultados: el documento más antiguo en el que se encuentra impresa la oración es de 1912, en la revista francesa «La Clochette» (La Campanilla), que era el boletín mensual de la Liga de la Santa Misa.
Aparece como anónima, aunque puede atribuirse al director del boletín, el sacerdote y fecundo escritor Esther Auguste Bouquerel. La estrofa fue tomada por otra revista francesa, y al poco tiempo, en 1916, apareció nada menos que en la primera página de «LOsservatore Romano», que la lanzó internacionalmente como invocación por la paz.
Fue en 1918 cuando el padre capuchino Etienne Benoit imprimió el texto de la oración en el reverso de una estampa con la imagen de san Francisco, dirigida a los miembros de la Orden Tercera. Al pie de la oración escribió: «Esta oración resume maravillosamentea la fisonomía externa del verdadero hijo de san Francisco». Ése puede ser considerado el origen de la confusión que, curiosamente, aparece documentalmente por primera vez en una publicación protestante de 1927. Los católicos rechazaron semejante falsa paternidad durante mucho tiempo, por lo menos hasta los años cincuenta, según el concienzudo estudio del historiador francés.
Un éxito ecuménico sorprendente
Y es que esta «supuesta» oración de San Francisco ha sido rezada por Juan Pablo II en el primer encuentro interconfesional de oración por la paz de 1986, e incluso parece que se leyó en la ceremonia de fundación de la ONU en 1945. La han rezado también desde la Madre Teresa de Calcuta a dom Helder Camara, desde Bill Clinton a Desmond Tutu, pasando por la princesa Diana de Gales...
Aunque fuera escrita siete siglos después de que san Francisco dejara este mundo, el fracaso de quien intente negarle su paternidad está casi asegurado. Pero hay que ser justos. Una atribución apócrifa no se puede hacer a la ligera sin dañar seriamente el legado franciscano. Aunque es un himno a la paz, como señala el Padre Willibrord. Christian van Dijk, un capuchino que ha estudiado durante cuarenta años la historia de esta oración, afirmó que es extraño que «un santo que pasa por ser un gran místico cristiano escribiera un texto que no se dirige a Jesucristo, que ni siquiera lo nombra, y en el que no hay ninguna cita bíblica». De hecho todas las oraciones auténticas del santo son frases tomadas de las Escrituras o de la liturgia.
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