lunes, 27 de agosto de 2012

PADRE VICTORIANO TIZON MONTENEGRO



Natural de Tuy-Vigo, Galicia. Es otro gallego que vale oro. Siempre con sus chascarrillos en los labios. Trabajó en Alis y Huarochirí. Tuvo muchas aventuras.
En Alis, le llamaban “el padre colorao” porque cuando caminaba, rápido y transpirando, se le ponía roja la cara. A los convivientes les decía que el matrimonio no es catrimonio (de catre), que había que unirse como Dios manda. En sus predicaciones decía que todos los hombres llevamos en nuestra vida como una alforja, donde en el bolso delantero vemos nuestras cualidades y detrás, no podemos ver nuestros defectos, y necesitamos que nos lo digan.
Un día que retornaba de Laraos, donde hay
hermosos andenes y una laguna muy bella, al no dar bien la vuelta en una curva, rodó con su wolswagen. Menos mal que se salió del carro, mientras este caía y se salvó de milagro. El alcalde que estaba en la esquina de su casa viendo cómo se marchaba el “padresito”, vio cómo se caía el carro y trató de ayudar al P. Victoriano. Al fondo del barranco quedó destrozado el “sapito”. Desde esa fecha ya no quiso manejar nuestro padresito.
El 2007, cuando volvió para celebrar las Bodas de Oro, le escuché narrar su vocación al sacerdocio, a los alumnos del Seminario Mayor y Menor, y en un programa radial. Decía que cuando era niño deseaba ingresar al Seminario Menor, pero su hermano mayor que estuvo allí, y enfermó, no se lo recomendó. Después de terminar los estudios secundarios ingresó a la Marina. Como frecuentaba la Misa, el capellán le dijo que porqué no se hacía sacerdote; él se franqueó y dijo que a él le gustaban las nenas y que así cómo iba a ser sacerdote santo. El padre le explicó que eso era una cosa natural y que también el sentía lo mismo pero que había de por medio un compromiso con Dios, quien ayudaba dando el don del celibato, y que de allí había que ser fiel a Dios como una persona que se casa. Después de esto ingresó al Seminario Mayor.
En el homenaje que se rindió a Dios y a los sacerdotes que trabajaron en Yauyos, se animó a cantar la canción de “el jardinero” porque se dijo que había que decir algo, ante tan magno evento. Siempre que escribe sus cartas las envía con “sabor andino”. Dice que vive en Yauyos, con el pensamiento.

Antes de volver a su tierra, estuvo un tiempo ayudando en la parroquia de Nuevo Imperial. En la pista hay carros en abundancia que le podían llevar, pero él prefería caminar. Le gustaba tanto caminar porque decía que así podía rezar más rosarios y saludar a la gente.
Publicado por Leoncio Córdova Vega

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