lunes, 26 de septiembre de 2011

Monseñor Esteban Puig es Prelado de Honor del Papa Benedicto XVI. (Trabajó en la Prelatura de Yauyos)



Más de medio siglo, para ser exactos 56 años, Esteban Puig ha dedicado su vida al servicio de los demás a través del sacerdocio. Su mirada refleja –como sí fuera el primer día- el amor que sintió por Cristo mientras que su sonrisa habla por sí sola, de la generosidad hacia los demás que ha desplegado durante este tiempo en el Perú.
Se que trabajó en varias parroquias tanto de Yauyos, como  de Cañete, Piura, Arequipa y Chiclayo. Además, imagino que muchos periodistas se han acercado a él desde que fue profesor de deontología periodística. Se que es reacio a ventilar sus trabajos  e iniciativas pastorales,  pero, a pesar de esa dificultad, logramos que remueva su memoria para sacar a flor de piel sus recuerdos y así poder entrevistarlo.
Como sacerdote, no solamente se ha dedicado a curar las heridas del alma, en su espalda tiene una importante labor social, por ello y mucho más, ha sido designado Prelado de Honor del Papa Benedicto XVI, convirtiéndose de esa manera, en Monseñor Esteban Puig. “Siento vergüenza vestirme de rojo –vestuario acorde a su cargo- y a la vez una sincera gratitud al Santo Padre por la distinción que me emociona;  ahora soy parte de la familia del Papa, vivo de forma más íntima con él rezando por sus intenciones y apoyarle en la gran tarea que tiene  dirigiendo la nave de Pedro en estos tiempos un tanto movidos en los que para algunos la vida cristiana es un tanto delicuescente, borrosa, inerme y sin coherencia ni convencimiento.
La grabadora sigue filmando. Monseñor Esteban, con los brazos en el escritorio, recuerda que se ordenó como sacerdote el 10 de junio de 1955 en la Iglesia San José, diócesis de Gerona, España; junto con él,  22 personas más abrazaron el sacerdocio. 
“Por el deseo de servir me hice sacerdote. La guerra civil española de 1936 dejó heridas profundas, sobre todo en la iglesia católica donde más de 200 sacerdotes de mi Diócesis, perdieron la vida, dando su vida en testimonio de Cristo. Había que levantar a España de su luctuosa postración y revivir nuevamente la Fe Católica que estaba como en las catacumbas.”, revela Monseñor  Esteban Puig.
Al preguntarle cómo decidió venir a trabajar en el Perú, el Prelado de Honor del Papa Benedicto XVI, recuerda que cuando entraba a la adolescencia conoció el Perú mediante los “comics”: Las aventuras de Tintín –un personaje que recorría el mundo- lo hizo conocer Machu Pichu y quedó impresionado con aquellos “carneros de la tierra” que llamaban los Cronistas a las llamas y alpacas. Monseñor Enrique Pélach, Obispo de Abancay, quien fue mi director en el Seminario Conciliar de Girona, en 1957 le invitó a venir a Perú. Estos y otros sucesos de índole sacerdotal, influyeron para que dos años después llegara a la Prelatura de Yauyos. “Podría haber ido a otro país, pero cuando llegue al Perú, empecé a recordar toda  mi adolescencia y una vez más lo exótico y la gente de Perú me conquistaron. Si los antiguos conquistadores dicen que conquistaron el Perú, fue el Perú quien me conquistó a mi… y ahí estamos desde hace cincuenta y pico de años”.
Monseñor Esteban Puig ha dejado huella en muchos sitios del Perú. Mons. Jesús Moliné, Obispo de Chiclayo y Gran Canciller de la Universidad, le trajo a la capital de la Amistad para prestar servicio en la Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo para desempeñarse, en esta Casa de Estudios, como Vice Gran Canciller hasta hace pocos meses.
Monseñor tiene miles  de anécdotas que contar, pero recuerda como si fuera ayer, aquellos viajes que por más de quince horas realizó a lomo de mula en la sierra peruana, todo ello, con la finalidad de evangelizar.
Pero no solo se ha dedicado a evangelizar, fue director del Pre Seminario Nuestra Señora del Valle en Cañete, ha escrito un diccionario del folklore piurano, así como también  artículos en diferentes diarios y revistas del norte del país. Fue catedrático en la Universidad de Piura y declarado hijo adoptivo de la referida ciudad. Y como si fuera poco, la comuna de San Vicente de Cañete lo honró con Diploma y medalla de plata por sus obras teatrales, además ha sido designado hijo ilustre en los pueblos de la margen izquierda del río chira: Macará, Miraflores, Nomara, Viviate y La Huaca y, en el mes de enero del presente, la Academia Nacional de la Historia del Perú, lo tiene como miembro correspondiente.
“Para servir como sacerdote hay que vivir plenamente dedicado a su ministerio, conocer a la gente y en especial tener un especial atención espiritual y material hacia  los más necesitados con amor  y respeto. La distinción de Prelado de Honor del Papa Benedicto XVI, es para mi querida Universidad Católica Santo Toribio de Mogrovejo –USAT”, señala convencido.
http://www.usat.edu.pe

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