A algunos hijos les cuesta controlar sus impulsos. No les gusta esperar para conseguir lo que quieren, se ponen nerviosos con mucha facilidad y protestan muy a menudo. En edades tempranas es más fácil adquirir estrategias de autocontrol que favorecerán el desarrollo de la personalidad.
El autocontrol no se adquiere por sí solo, sino que se va logrando con esfuerzo y con un ambiente familiar propicio. Se trata de una adquisición progresiva y que lleva tiempo.
Poco a poco y a partir de los siete años, habrá que hacer comprender a los hijos la importancia de ser dueños de nuestra propia conducta.
La lucha por el autocontrol
Algunos padres no usan la disciplina con sus hijos porque quieren que sean ellos mismos quienes se controlen sin necesidad de reglas. Pero como los niños no tienen la madurez suficiente para tomar las riendas de sus acciones, pasan su infancia sin experimentar lo que es la exigencia.
Para llegar al autocontrol, nuestros hijos han de experimentar lo que supone luchar contra los propios defectos. Como todos somos muy indulgentes con nosotros mismos, para adquirir este hábito necesitamos que, alguien que nos quiera, nos anime en esta lucha personal.
Si a una niña de ocho años le insistimos que recoja sus libros, si se lo recordamos diariamente para que lo haga bien y no cedemos aunque no le apetezca; le estamos dando una posibilidad para experimentar en qué consiste la lucha consigo misma.
La necesidad del autocontrol
Para desarrollar la fuerza de voluntad y para ganar en autocontrol hay que vencerse en los gustos y en las inclinaciones más inmediatas. Se trata de una pelea diaria en pequeñas cosas. Esta pelea irá haciendo que los hijos adquieran un mayor grado de control sobre sí mismos. Habrá que hacerles ver que no deben escoger el camino más fácil sino el que se dirige hacia lo mejor.
Algunas sugerencias
- Para ayudar a los hijos a controlar sus emociones, habrá que animarles a ser pacientes y a saber esperar. Se les puede indicar que ahorren para conseguir algo que les guste. También les ayudará el saber retrasar una recompensa y el no desesperarse con los defectos de los demás.
- Para que sean personas serenas, habrá que decirles que no deben desanimarse cuando las cosas no les salgan bien. Se trata de aprendan a encajar los fracasos de manera razonable. En este sentido les puede ayudar el deporte en el que aprenderán a ganar y a perder.
- Para ayudarles a no ser unos resentidos y para que sepan perdonar y olvidar, hemos de insistirles en que pidan perdón a un hermano o a quien hayan ofendido.
- Procurar que no dejen vagar su cabeza con la imaginación. Para esto será importante ayudarles a aprovechar el tiempo. El que tengan un horario evita la dispersión.
- Animarles a que no se quejen ante lo que les desagrada, que no se dejen llevar por el primer impulso y que terminen las tareas que hayan comenzado.
- Facilitar la obediencia dando razones de lo que mandamos facilitará el sujetarse a una voluntad ajena, aunque nosotros no estemos delante de ellos.
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