Artículo escrito por el P. Santos Doroteo Borda, con motivo del reciente fallecimiento de Mons. Demetrio Molloy, obispo emérito de Huancavelica, el 19 de agosto de 2013.
2013/08/22

Entierro de Mons. Demetrio Molloy en Huancavelica
En tu “caballo blanco”, acabas de partir a la Casa del Padre Eterno, después de ocho años de enfermedad. Como eres valiente, nuestro Dios te bendijo con una de las cruces más pesadas y has sabido llevarla con elegancia. No sólo cargaste tu cruz con amor, sino que en ella nos llevaste a todos tus hijos.
Recuerdo vivamente, el día que me confesé contigo por primera vez. El templo estaba abarrotado de fieles y no había sitio. Me esperabas detrás de la iglesia, sentado en una banca, a la sombra del ciprés. Tus manos posaban sobre tus rodillas y yo a tu derecha… Comparé mis sucias y negras manos con las tuyas, limpias y blancas. Pensé que eras un ángel y no me equivoqué, pues ese candor y esa sencillez lo has sabido llevar con pulcritud todos los días de tu vida.
Te recuerdo hablando el quechua mejor que nadie e hiciste del runasimi tu segundo idioma. Ahora entiendo que te “encarnaste” perfectamente con el pueblo de Huancarama: “Me he hecho débil con los débiles para ganar a los débiles. Me he hecho todo a todos…” (1 Cor. 9,22)”.

Mons. Molloy leyendo la versión quechua de la Biblia
Era año 1975, el mes de octubre, cuando hablaste que se estaba abriendo el Seminario en Abancay y sugeriste que los niños que quisieran ser sacerdotes debían apuntarse en la parroquia de Huancarama. Mi madre y mi hermana entendieron que ése era el momento que esperaban para irme contigo a Abancay.
Quienes se cruzaban por tu camino, experimentaban la grandeza de tu corazón. Amaste con ternura a mi humilde familia. Recuerdo que por unos cigarros, mi padre Gregorio, saltaba como niño, cuando bajabas la mano y la levantabas otra vez. Y tú reías con ello, igual que un niño.

P. Doroteo Borda y Mons. Demetrio Molloy
Querido padre Demetrio: ahora que ya estás en la Casa del Padre Eterno, pide para que tus hijos sepamos cabalgar como lo hacías tú. Que seamos generosos y no busquemos otra cosa que la santidad. Desde el lomo de tu “caballo blanco”, bendice a tu pueblo de Huancarama y tu querida diócesis de Huancavelica.
Gracias porque fuiste el instrumento idóneo para que descubriera mi vocación sacerdotal y por el don del santo Bautismo con que me diste vida en Cristo, en nuestro querido pueblo de Huancarama.
Me encomiendo a tu intercesión, tu hijo,
Santos Doroteo Borda López, Pbro.
http://opusdei.org.pe
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